Si hay algo que me parece
lamentable es el linchamiento interesado. La capacidad que tienen ciertas
personas para escandalizarse en determinados momentos por una situación que no
pasa de ser cotidiana y que han consentido con absoluta displicencia, con culpable
permisividad, día a día durante años.
Jamie Oliver ha saltado a las
páginas de todos los periódicos, a las ondas de todas las radios y televisiones
por su ocurrencia de dar una receta de paella con chorizo en una televisión
inglesa.
¡Anatema! han gritado
mediáticamente muchos gurús de la gastronomía y, o, de la comunicación
españoles ante un ataque directo a un emblema patrio.
Y hay que reconocer que hay
motivos, que realmente una paella con chorizo no existe. Realmente es que no es
una paella. ¿O sí?
Veamos, lo que no es, de
principio, es una paella valenciana tradicional. En eso estaremos de acuerdo
casi todos. Pero si gritamos anatema por esa razón empecemos a ir gritando
anatema a cada paso que demos. Intentaré explicarme.
- Puede llamarse paella, en realidad arroz en paella, a todo arroz que se cocine en un recipiente así denominado, paella.
- Paella, del griego patella –vaso plano que se utilizaba para ofrendas-, es el nombre del recipiente en el que se elabora y del que toma su nombre, por simplificación, la receta. En una pirueta idiomática la preparación se llama como el utensilio en el que se prepara y se deforma, popularmente, el nombre del mencionado útil, paellera, para poder distinguir continente y contenido.
- En España, por dejación, por interés comercial y por falta de interés oficial, se va tomando la costumbre, ya casi general, de llamar paella a toda preparación que sea arroz con algo. Da lo mismo que sea un arroz al fuego, al horno o guisado. Da lo mismo que se prepare en caldero, en olla, o en paella. Da lo mismo que sea caldoso, seco o cremoso. Todo se vende como paella en aras de una comercialización económicamente eficaz pero culturalmente dañina.
- La inmensa mayor parte de la población española, incluida parte de la valenciana, no sabe cuáles son las bases de fuego, ingredientes y proporciones que hacen que un arroz en paella pueda considerarse una pella valenciana tradicional. Lo que, teóricamente, sería una paella.
- Se permite que a los turistas, tanto nacionales como extranjeros, se les engañe vendiéndoles como paella elaboraciones que no respetan ninguna norma, ni de veracidad ni de calidad.
- Desgraciadamente, y ante el nulo interés de los que deberían estar interesados, profesionales y autoridades principalmente, esto no sucede solo con la paella. El turismo todo lo permite.
Pero lo justo es ilustrar con
datos, con hechos, algunas de las consideraciones realizadas para poder
explicar el por qué me parece lamentable
la reacción mediática a la patochada realizada por el cocinero inglés Jamie
Oliver en una televisión británica.
La primera consideración es que
si usted se da un paseo por las zonas turísticas de España, desde la Plaza
Mayor de Madrid al Camino de Santiago, encontrará establecimientos que ofertan
cierta marca de “paellas” entre cuyas especialidades se encuentra una con queso
y “beicon”, ni siquiera tocino o panceta. Nunca he visto que nadie denunciara
el uso espúreo del concepto de paella por parte de esta marca, y de algunas
otra marcas. Porque hay varias.
En la mayoría de los restaurantes
para turistas, incluidos lo que están dentro de la Comunidad Valenciana, se
vende como paella cualquier preparación, algunas absolutamente exquisitas, que
lleve arroz. Se le llama paella a los deliciosos arroces al caldero
alicantinos, se le llama paella a los arroces guisados y caldosos que hay por
toda la geografía peninsular, se le llama paella a los arroces al horno que en
todo levante deberían ser enseña de riqueza y diversidad cultural. Y nadie dice
nada. Es más fácil dar gato por liebre, aunque el gato sea tan exquisito como
la liebre, porque la liebre está vendida y el gato hay que venderlo.
Un peregrino mexicano con el
coincidí unas cuantas etapas del camino me contaba que en México un grupo de
amigos se reunían algunos fines de semana y preparaban una paella que llevaba,
entre otros ingredientes, chorizo, y casi cualquier otra cosa que pudieran
tener a mano. Cuando le expliqué en qué consistía una paella. Como había que
tasar las proporciones, como había que manejar los fuegos, cuales, y por qué,
eran los ingredientes tradicionales, cuando le expliqué que en España existían
más de doscientas, puede que de dos mil, preparaciones de arroz que no son
paella, no entendía porque nadie lo explicaba. Por qué no se protegía la
denominación de algo tan emblemático a nivel internacional.
Si entra en internet y pone
paella con chorizo, encontrará más de trecientas mil entradas que responden a
ese criterio, incluso con chorizo criollo. Algunas son de chefs como la de
Denisse Oller, pero hay incluso una receta que pertenece al recetario de la
marca Nestlé. Y hasta ahora nadie había dicho nada.
El grupo editorial Planeta De
Agostini, sacó hace un año, aproximadamente, una colección de recetas por
fascículos bajo el nombre de “La Cocina de mi Abuela” y en el volumen Arroces
I, al II ya no llegué, viene una receta de paella valenciana que contiene
varias inexactitudes. La primera los ingredientes. La paella valenciana, la
tradicional al menos, no lleva marisco, mejillones, gambas, berberechos. En La
Albufera, de donde es originaria, no usaban el marisco. Pero seamos permisivos.
Permitamos que exista una paella marinera que lleve marisco. Lo que nunca,
nunca, nunca, jamás, puede llevar una paella es cebolla. Nunca, jamás. Porque
la cebolla impide que tenga ese punto seco, graso, que permite que la paella
valenciana tradicional sea como es y no otro arroz cualquiera. Tampoco
entonces, que yo sepa, nadie dijo nada.
Todo lo anteriormente expuesto,
permítaseme la terminología judicial ya que algo de judicial tiene el tema, me
lleva a indignarme con los que tan resuelta y contundentemente han salido a
linchar a un chef que no hizo otra cosa que sentirse original y aplicar lo que
al fin y a la postre llevan aplicando los comerciantes españoles, sean
hosteleros, cocineros, editores, industriales o expertos, contra un bien
cultural como es la paella, en particular, o la mal llamada gastronomía
española, en general desde hace años. Y yo hasta aquí, nunca he oído nada. A
nadie. Silencio, cómplice, y permisividad, máxima, en los organismos oficiales
y en los círculos de expertos y practicantes.
Gracias Jamie Oliver. Espero que
en nuevas intervenciones vayas dando un repaso a los distintos platos de nuestra
maltratada gastronomía tradicional. Yo seguiría con el pulpo. Así, al menos,
con el ruido, muchos se enterarán de que existen las liebres.
Ver Paella valenciana
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